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¿Por que el baile es una pasión?

                           

                   El baile una pasión











Cuando me preguntan en qué momento de mi vida me di cuenta de que quería ser bailarina, la respuesta es fácil y contundente. "Nunca quise ser bailarina, siempre supe que lo era". La música, como una prolongación de mi persona o una extremidad más unida directamente a mi alma, dirigía mi vida.

Mis padres no decidieron llevarme a clases de Ballet, yo les obligue a hacerlo y aunque no existieran los medios, mi anhelo era tan grande que todo el universo conspiro para cumplir mi deseo

Así diría Paulo Coelho en su libro "El Alquimista": "cuando deseas algo con toda el alma, todo el universo conspira para dártelo.

Como enseñanza ,a los 4 años, veraneando con toda mi familia en un pequeño pueblo de la comarca ,desapareci entre la multitud. Mis padres y mis cinco hermanos mayores me buscaron desesperadamente, mientras yo bailaba felizmente siguiendo el ritmo de la orquesta municipal que marchaba por las calles. Evidentemente, mi destino estaba escrito, o quizás, mi pasión incontenible por la danza lo coreógrafo.

Horas y horas de incansable cansancio, una constante lucha llena de sacrificios en pro al amor al arte, un constante culto al ritmo irrefrenable del propio cuerpo, esclavitud a la libertad de expresión y venta directa al por mayor del alma al diablo interior del perfeccionismo. Después del glamour (atractivo) de las luces, los aplausos, los vestuarios de ensueño, el maquillaje, viajes con todos los gastos pagados y el constante alimento del ego disfrazado de artista, se esconde el otro lado de la luna . El dolor de las interminables lesiones físicas, nombrando las psicológicas (bulimia, anorexia, ansiedad ...), el rechazo al propio cuerpo, esclavo del espejo y nunca suficientemente perfecto. La necesidad de ser adulada por el trabajo bien hecho, tan pocas veces agradecido. La competencia con uno mismo o los demás y el abuso psicológico de coreógrafos y directores artísticos que utilizan tus ansias de bailar como instrumento manipulador a su libre albedrío.

Sin embargo, mi corazón de bailarina, la que colgó las zapatillas años atrás, todavía se emociona en un "pas de deux" entre mi alma y mi cuerpo, mientras la eterna melodía del agradecimiento a la vida por dejarme vivir de lo que más amo, me acompaña en el resto del camino.

Como siempre digo: "yo no elegí bailar, el baile me eligió en mí" y tras el telón, sólo me queda aplaudir el mérito de conseguir mi sueño.

                                                                                 Eva Texidó

 

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